domingo, 28 de mayo de 2017


28/05/2017 – Domingo de la 7ª semana de Pascua. La Ascensión del Señor

ESCRITO POR EL . POSTEADO EN LECTURAS DE MISA

PRIMERA LECTURA
A la vista de ellos, fue elevado al cielo
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 1, 1 – 11
En mi primer libro, Teófilo, escribí de todo lo que Jesús hizo y enseñó desde el comienzo hasta el día en que fue llevado al cielo, después de haber dado instrucciones a los apóstoles que había escogido, movido por el Espíritu Santo.
Se les presentó él mismo después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles del reino de Dios.
Una vez que comían juntos, les ordenó que no alejaran de Jerusalén, sino: «aguardad que se cumpla la promesa del Padre, de la que me habéis oído hablar, porque Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo dentro de no muchos días».
Los que se habían reunido, le preguntaron, diciendo:
«Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino de Israel?».
Les dijo:
«No os toca a vosotros conocer los tiempos o momentos que el Padre ha establecido con su propia autoridad; en cambio, recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que va a venir sobre vosotros y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y “hasta el confín de la tierra”».
Dicho esto, a la vista de ellos, fue elevado al cielo, hasta que una nube se lo quitó de la vista. Cuando miraban fijos al cielo, mientras él se iba marchando, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron:
«Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que ha sido tomado de entre vosotros y llevado al cielo, volverá como lo habéis visto marcharse al cielo».
Palabra de Dios.
Sal 46, 2-3. 6-7. 8-9 
R. Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas.
Pueblos todos batid palmas,
aclamad a Dios con gritos de júbilo;
porque el Señor es sublime y terrible,
emperador de toda la tierra. R.
Dios asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas;
tocad para Dios, tocad,
tocad para nuestro Rey, tocad. R.
Porque Dios es el rey del mundo;
tocad con maestría.
Dios reina sobre las naciones,
Dios se sienta en su trono sagrado. R.
SEGUNDA LECTURA
Lo sentó a su derecha en el cielo
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 1, 17-23
Hermanos:
El Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo e ilumine los ojos de vuestro corazón para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos, y cuál la extraordinaria grandeza de su poder en favor de nosotros, los creyentes, según la eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo, por encima de todo principado, poder, fuerza y dominación, y por encima de todo nombre conocido, no sólo en este mundo, sino en el futuro.
Y «todo lo puso bajo sus pies», y lo dio a la Iglesia, como Cabeza, sobre todo. Ella es su cuerpo, plenitud del que llena todo en todos.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra
Conclusión del santo Evangelio según san Mateo 28, 16-20
En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado.
Al verlo, ellos se postraron, pero algunos dudaron.
Acercándose a ellos, Jesús les dijo:
«Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra.
Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado.
Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin de los tiempos».
Palabra del Señor.

domingo, 21 de mayo de 2017

21/05/2017 – Domingo de la 6ª semana de Pascua.

ESCRITO POR EL . POSTEADO EN LECTURAS DE MISA
PRIMERA LECTURA
Les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 8, 5-8. 14-17
En aquellos días, Felipe bajó a la ciudad de Samaria y les predicaba a Cristo. El gentío unánimemente escuchaba con atención lo que decía Felipe, porque habían oído hablar de los signos que hacía, y los estaban viendo: de muchos poseídos salían los espíritus inmundos lanzando gritos, y muchos paralíticos y lisiados se curaban. La ciudad se llenó de alegría.
Cuando los apóstoles, que estaban en Jerusalén, se enteraron de que Samaria había recibido la palabra de Dios, enviaron a Pedro y a Juan; ellos bajaron hasta allí y oraron por ellos, para que recibieran el Espíritu Santo; pues aún no había bajado sobre ninguno, estaban sólo bautizados en el nombre del Señor Jesús. Entonces les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo.
Palabra de Dios.
Sal 65, 1-3a. 4-5. 6-7a. 16 y 20 
R. Aclamad al Señor, tierra entera.
Aclamad al Señor, tierra entera;
tocad en honor de su nombre,
cantad himnos a su gloria.
Decid a Dios: «¡Qué temibles son tus obras!» R.
Que se postre ante ti la tierra entera,
que toquen en tu honor,
que toquen para tu nombre.
Venid a ver las obras de Dios,
sus temibles proezas en favor de los hombres. R.
Transformó el mar en tierra firme,
a pie atravesaron el río.
Alegrémonos en él.
Con su poder gobierna eternamente. R.
Los que teméis a Dios, venid a escuchar,
os contaré lo que ha hecho conmigo.
Bendito sea Dios, que no rechazó mi súplica
ni me retiró su favor. R.
SEGUNDA LECTURA
Muerto en la carne pero vivificado en el Espíritu 
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 3, 15 -18
Queridos hermanos:
Glorificad a Cristo el Señor en vuestros corazones, dispuestos siempre para dar explicación a todo el que os pida una razón de vuestra esperanza, pero con delicadeza y con respeto, teniendo buena conciencia, para que, cuando os calumnien, queden en ridículo los que atentan contra vuestra buena conducta en Cristo.
Pues es mejor sufrir haciendo el bien, si así lo quiere Dios, que sufrir haciendo el mal.
Porque también Cristo sufrió su pasión, de una vez para siempre, por lo pecados, el justo por los injustos, para conducirnos a Dios. Muerto en la carne pero vivificado en el Espíritu.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
Le pediré al Padre que os dé otro Paráclito
Lectura del santo Evangelio según san Juan 14, 15-21
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Y yo le pediré al Padre que os dé otro Paráclito, que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis, porque mora con vosotros y está en vosotros.
No os dejaré huérfanos, volveré a vosotros. Dentro de poco el mundo no me verá, pero vosotros me veréis y viviréis, porque yo sigo viviendo. Entonces sabréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí y yo en vosotros. El que acepta mis mandamientos y los guarda, ese me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo también lo amaré y me manifestaré a él».
Palabra del Señor.

ESCRITO POR WEBMASTER EL . POSTEADO EN HOY DOMINGO
Comentario Pastoral
DEFENSORES DE LA VERDAD
La cincuentena pascual está unificada por la alegría que proviene del Resucitado y se diversifica por los temas que se proponen a la consideración y vivencia cristiana. Hoy el creyente es invitado de manera especial a tomar conciencia explícita de la promesa del Espíritu Santo, el Defensor (éste es el significado exacto de “Paráclito”).

El Espíritu, del que se nos habla en el evangelio de este sexto domingo de Pascua tiene una doble función: en el interior de la comunidad mantiene vivo e interpreta el mensaje evangélico, al exterior da seguridad al fiel en su confrontación con el mundo, ayudándole a interpretar el sentido de la historia.

Con exactitud de adecuado adjetivo se puede calificar el tiempo pascual como tiempo espiritual: en cientos de parroquias miles de jóvenes son confirmados y reciben la fuerza del Defensor que viene de lo alto, para que anuncien y proclamen jubilosamente que el Señor ha redimido a su pueblo.

Lo que fue Jesús, para sus discípulos durante la vida pública, es ahora misión permanente del Espíritu en la Iglesia: testimoniar la presencia operativa de Dios en el mundo. Los que están llenos de Espíritu, tienen la visión y conocimiento pleno de la verdad, que es Jesús. Los hombres espirituales son siempre una crítica radical para los que tienen solamente espíritu mundano, pues la verdad de arriba se contrapone con la mentira de abajo.

Jesús promete enviar el Espíritu de la verdad. Ante la confusión de tanto discurso erróneo y el espejismo de valores mentirosos, es urgente defender la verdad y encontrar caminos para que brille. Muchos, como Pilatos, repiten la vieja pregunta: ¿qué es la verdad?

La verdad es conocimiento y exactitud a las ambigüedades y el error. Es libertad interior frente a la dictadura de doctrinas fáciles. Es fortaleza serena al apresuramiento de la incertidumbre. Es sencillez espiritual frente al oropel de la falsa retórica. Es luz del bien frente a la ceguera de la malicia. Es principio de toda perfección, evidencia pacífica del misterio de lo eterno, alma de la historia individual y colectiva.
Andrés Pardo

Palabra de Dios:

Hechos de los apóstoles 8, 5-8. 14-17Sal 65, 1-3a. 4-5. 6-7a. 16 y 20
san Pedro 3, 15 – 18san Juan 14, 15-21
de la Palabra a la Vida
Un nuevo protagonista se suma a esta trama pascual que el Señor ofrece a los suyos: “yo os enviaré otro defensor”. Otro porque, mientras que yo he estado con vosotros, yo he cuidado de vosotros “para que no se pierda ni uno solo, salvo el hijo de la perdición”. Pero ahora Cristo se marcha, y sin embargo, promete a los discípulos que va a seguir acompañándolos.

Ese acompañamiento que ahora va a tener también una forma nueva: “yo estoy con mi Padre, y vosotros conmigo y yo con vosotros”. El tema de la inhabitación es un tema también muy querido por san Juan. Cristo va a seguir con sus discípulos por el don del Espíritu, pues este don del Espíritu será el que ayude a los discípulos a guardar los mandamientos que el Señor les deje, pero además será necesario para que los discípulos puedan conocer los misterios de Cristo. Fijémonos, entonces, en estas dos misiones que el Paráclito va a realizar en la primera Iglesia: Cristo no pide a los discípulos una fidelidad inalcanzable, sino que Él mismo se va a hacer garante de esa constancia. Será el Espíritu Santo el que realice en el corazón de los suyos la transformación necesaria para que así suceda. Más aún: El don del Espíritu será el que introduzca a los discípulos en los misterios del Señor. Es decir, los va a sumergir en los misterios de gloria y salvación para que puedan anunciarlos, para que puedan celebrarlos, para que puedan vivirlos.

Es por esto que el acompañamiento del Señor a la primera Iglesia la pone ya en una dirección clara: seguirán así hasta su vuelta. Su vuelta final. Al final de los tiempos, Cristo prepara ya la Parusía fortaleciendo a su Iglesia, que tendrá que perseverar con el mandato recibido para que todos puedan descubrir en ella el signo de la presencia de Dios, signo de su cercanía. Para ello, para todo ese tiempo, recibe el Espíritu Santo. 

El don del Espíritu se vincula, en la primera lectura, a un gesto que la Iglesia conservará en adelante para indicar su efusión: la imposición de las manos. El domingo pasado la comunidad se ordenaba con ministerios, en este la acción del Espíritu… necesariamente, los cristianos tuvieron, desde muy pronto, que ir descubriendo cómo se iba formando la Iglesia, cómo se iba haciendo esa comunidad que compartía lo que tenía, aprendía a orar y escuchaba la Palabra.

El tiempo pascual no puede pasar para el cristiano sin pararse a valorar lo que Dios ha dejado para él en la Iglesia: todo esto sigue ahí, está intacto. Ciertamente, la historia no deja de marcar con las heridas del pecado a los creyentes, pero la presencia permanente del Espíritu hace de la Iglesia fiel en cuanto que guarda el mandato y la fuerza del Señor para esperar su vuelta. Las antinomias y paradojas pueden, cada día, dificultar la fe – aquellos primeros discípulos sin duda ya lo debieron experimentar en sus propias carnes pero no por ello cambia la voluntad del Señor, a la que se agarra la Iglesia. ¿Busco permanecer en los mandatos del Señor por el don de su Espíritu? ¿Experimento que el Señor me anima a perseverar en medio de dificultades y debilidades? ¿Me sirven para unirme más al Señor, para hacerme más fuerte en la vida de la Iglesia?

Las lecturas de hoy son claramente una advertencia a reconocer en nuestra Iglesia aquella, con el mismo mandato, el mismo fin y la misma fuerza. Sin duda, el Señor -y no nosotros – sostiene a su Iglesia, es por eso que nosotros no podemos dejar de vivir unidos en ella.
Diego Figueroa

al ritmo de las celebraciones 

De la oración litúrgica a la oración personal:
El prefacio de la Virgen María, reina de los apóstoles
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno,
en esta conmemoración de santa María Virgen,
que precedió a los apóstoles en el anuncio de Cristo.
Porque ella, conducida por el Espíritu Santo,
llevó presurosa a Cristo al Precursor,
para que fuera causa de santificación y alegría para él;
del mismo modo Pedro y los demás apóstoles,
movidos por el mismo Espíritu,
anunciaron animosos, a todos los pueblos, el Evangelio
que había de ser para ellos causa de salvación y de vida.
Ahora también la santísima Virgen
precede con su ejemplo a los heraldos del Evangelio,
los estimula con su amor
y los sostiene con su intercesión incesante,
para que anuncien a Cristo Salvador por todo el mundo.
Por eso,
con todos los ángeles y los santos cantamos tu gloria diciendo:
Santo, Santo, Santo


domingo, 14 de mayo de 2017


14/05/2017 – Domingo de la 5ª semana de Pascua.

ESCRITO POR EL . POSTEADO EN LECTURAS DE MISA

PRIMERA LECTURA
Eligieron a siete hombres llenos del Espíritu Santo
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 6, 1-7
En aquellos días, al crecer el número de los discípulos, los de lengua griega se quejaron contra los de lengua hebrea, porque en el servicio diario no atendía a sus viudas. Los Doce convocando a la asamblea de los discípulos, dijeron:
«No nos parece bien descuidar la palabra de Dios para ocuparnos del servicio de las mesas. Por tanto, hermanos, escoged a siete de vosotros, hombres de buena fama, llenos de espíritu y de sabiduría, los encargaremos de esta tarea: nosotros nos dedicaremos a la oración y al servicio de la palabra».
La propuesta les pareció bien a todos y eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y de Espíritu Santo, a Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Parmenas y Nicolás, prosélito de Antioquía. Se los presentaron a los apóstoles y ellos les impusieron las manos orando.
La palabra de Dios iba creciendo, y en Jerusalén se multiplicaba el número de discípulos; incluso muchos sacerdotes aceptaban la fe.
Palabra de Dios.
Sal 32, 1-2. 4-5. 18-19 
R. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.
Aclamad, justos, al Señor,
que merece la alabanza de los buenos.
Dad gracias al Señor con la cítara,
tocad en su honor el arpa de diez cuerdas. R.
La palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra. R.
Los ojos del Señor están puestos en quien los teme,
en los que esperan su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre. R.
SEGUNDA LECTURA
Vosotros, en cambio, sois un linaje elegido, un sacerdocio real
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 2, 4-9
Queridos hermanos:
Acercándoos al Señor, la piedra viva rechazada por los hombres, pero elegida y preciosa para Dios, también vosotros como piedras vivas, entráis en la construcción de una casa espiritual par aun sacerdocio santo, a fin de ofrecer sacrificios espirituales agradables a Dios por medio de Jesucristo.
Por eso se dice en la Escritura:
«Mira, pongo en Sión una piedra angular, elegida y preciosa; quien cree en ella no queda defraudado».
Para vosotros, pues, los creyentes, ella es el honor, pero para los incrédulos es «la piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular», y también «piedra de choque y roca de estrellarse»; y ellos chocan al despreciar la palabra. A eso precisamente estaban expuestos.
Vosotros, en cambio, sois un linaje elegido, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo adquirido por Dios para que anunciéis las proezas del que os llamó de las tinieblas a su luz maravillosa.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
Yo soy el camino, y la verdad y la vida
Lectura del santo Evangelio según san Juan 14, 1-12
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No se turbe vuestro corazón, creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no, os lo habría dicho, porque me voy a prepararos un lugar. Cuando vaya y os prepare un lugar, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino».
Tomás le dice:
«Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?».
Jesús le responde:
«Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí. Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto».
Felipe le dice:
«Señor, muéstranos al Padre y nos basta».
Jesús le replica:
«Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: “Muéstranos al Padre”? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace las obras. Creedme: yo estoy en el Padre, y el Padre en mi. Si no, creed a las obras.
En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aún mayores, porque yo me voy al Padre».
Palabra del Señor.


Domingo de la 5ª semana de Pascua. – 14/05/2017

ESCRITO POR WEBMASTER EL . POSTEADO EN HOY DOMINGO

Comentario Pastoral
LOS DIÁCONOS EN LA IGLESIA
Muchos predicadores, en este quinto domingo de Pascua, hablarán de Cristo como camino, verdad y vida. Pero éste es un tema básico que puede ser abordado en diferentes ocasiones. Por eso, basándonos en la primera lectura tomada del libro de los Hechos, podemos hablar del significado del diaconado en la Iglesia. Podría resultar interesante hacer una encuesta, a la salida de cualquier misa, preguntando por los niveles jerárquicos en la Iglesia, es decir, por los grados del sacramento del Orden. ¿Cuántas personas se acordarán de los diáconos? ¿Quienes sabrían definir su ministerio?. Con toda seguridad más del noventa y cinco por ciento de los encuestados sólo hablarían de los curas, de los Obispos y del Papa.

Tiene enorme importancia teológica el que junto a la lista de los Doce apóstoles en el evangelio, se haya transmitido desde los mismos orígenes de la Iglesia, la lista de los Siete diáconos en el libro de los Hechos. Después de unos siglos de oscurecimiento, el diáconado como ministerio permanente en la Iglesia ha vuelto a brillar. El Vaticano II lo instauró en 1963, y son ahora en todo el mundo más de doce mil los diáconos permanentes, célibes y casados, insertados por la familia y la profesión en la problemática de la vida, los que ayudan a la misión apostólica de los Obispos y completan el ministerio sacerdotal de los presbíteros.

Para evangelizar en nuestros días hay que recorrer caminos muy humildes de presencia, escucha y compromiso. Los diáconos permanentes, sobre todo los casados, están llamados a responder a las cuestiones sobre la fe y a resucitar los gestos que colmarán las necesidades de los hombres. Los gestos de amor se concretarán en una ordenada beneficencia con los marginados. Los diáconos son testimonio de la caridad en el ministerio de la calle, diario, imprevisible al azar de los encuentros y de las circunstancias.

El doble arraigamiento en el mundo y en la Iglesia del diácono confiere a las celebraciones que puede presidir (bautismo, matrimonio, exequias) (in signo de complementariedad, y no de suplencia, del sacerdote. La evangelización, la liturgia y la caridad son pues las funciones específicas de quienes han recibido este carácter indeleble y una gracia particular. Sin escapismos ni utopías, la instauración del diaconado permanente es un signo de renovación eclesial.
Andrés Pardo


Palabra de Dios:

Hechos de los apóstoles 6, 1-7Sal 32, 1-2. 4-5. 18-19
san Pedro 2, 4-9san Juan 14, 1-12
de la Palabra a la Vida
Al entrar en la segunda parte del Tiempo Pascual nos encontramos con una sorpresa: los evangelios se extraen de los discursos de despedida de Jesús. El misterio de la Ascensión aparece ya en el horizonte, como la otra cara del misterio pascual.

Por eso, es necesario que algunos aspectos fundamentales queden remarcados en la Palabra de este domingo: Uno de ellos es que Jesús no ha obrado nuestra salvación por su cuenta. Toda la magnífica tarea salvífica se ha desarrollado en una profunda comunión con el Padre, hasta tal punto que “yo estoy en el Padre, y el Padre en mí”. San Juan vuelve a invitar a sus lectores a la fe: es necesario creer en la persona de Cristo y en su unión con el Padre. Por eso puede decir que es “camino, verdad y vida”. Por esa unión.

La Iglesia, desde la primera pequeña comunidad necesitada de diáconos, de la que hablaba la primera lectura, para poder dar continuidad a la obra de Cristo, va a tener que saber con total seguridad quién es el Señor. Si quiere ser el signo que ofrezca la salvación de Cristo lo primero que necesita es esa fe en la comunión del Hijo y el Padre.

Esa fe en el Hijo, que abre a los discípulos a la fe y al conocimiento del Padre, será su clave de entrada al Misterio revelado. Los discípulos han conocido al Hijo, es decir, han podido experimentar a Cristo, relacionarse con Él y ver cómo Él se relaciona con el Padre. Esa experiencia es un conocimiento profundo, vivido, que ellos mismos pueden deducir y encontrar en las obras que le han visto hacer. Sí, este conocimiento que los discípulos han hecho no es un camino de abstracción, que se hace desde fuera, que lleva al hombre a contemplar pero sin llegar a implicar su persona. Ellos “fueron y vieron, y se quedaron con Él”. La Iglesia va a tener que aprender de Cristo a realizar las obras que Él hacía, a mostrar, en su amorosa obediencia, que es signo del amor divino que se ha mostrado a los hombres. Ahora, en la Pascua, entendemos -y entienden- por qué han tenido que convivir con el Maestro.

La relación que ellos han tenido con Dios Padre por medio del Hijo ha sido tan intensa que a los que han creído en Él se les atribuyen aquellas denominaciones con las que el Antiguo Testamento anunciaba que sería llamado el pueblo que habitara con el Señor: “Vosotros sois una raza elegida, un sacerdocio real, una nación consagrada, un pueblo adquirido por Dios para proclamar las hazañas del que os llamó a salir de la tiniebla y a entrar en su luz maravillosa”.

Sí, la Pascua es el tiempo de la Iglesia. Ella ha recibido, no por mérito propio, sino por don de Cristo, la presencia del Señor que los transforma, que diniviza al pueblo. Y nosotros…nosotros no podemos sino renovar, al oír estas palabras, esa misma fe que Jesús pedía a los suyos. Sin esa fe, en nosotros se rompe la cadena. Los sacramentos que celebramos, los signos, que requieren una fe primera para acercarse a ellos. Y nos comprometen a vivir como parte de un pueblo santo. ¿Cree mi fe en esa comunión de Cristo con el Padre? ¿Acepto esa unión como fuente de la gracia que yo recibo? ¿Quiero que mi vida se realice con esa comunión, en la búsqueda constante de ese conocimiento experiencial de Cristo?

Quizás sea buen momento esta semana para que, después de escuchar lo que decía san Pedro en la segunda lectura, vayamos a los documentos del Vaticano II y releamos Lumen gentium. Porque Cristo ilumina a los suyos para que lo puedan reconocer en todo tiempo.
Diego Figueroa


al ritmo de las celebraciones 

De la oración litúrgica a la oración personal:
El prefacio de la fiesta de san Isidro, labrador (15 de mayo) 
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación darte gracias,
Padre santo, siempre y en todo lugar,
al celebrar la solemnidad de san Isidro, labrador,
quien, cultivando la tierra,
trabajó por el alimento que perdura;
apeteciendo el Pan de Vida,
compartió su pan con los necesitados;
unido a la Vid, que es Cristo,
derramó sobre todo el vino del consuelo y de la alegría.
En él nos ha dejado la imagen viva de tu Hijo Jesucristo,
que se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza.
Por eso, con los ángeles y santos,
te alabamos, proclamando sin cesar:
Santo, Santo, Santo…

domingo, 7 de mayo de 2017


07/05/2017 – Domingo de la 4ª semana de Pascua.

ESCRITO POR EL . POSTEADO EN LECTURAS DE MISA

PRIMERA LECTURA
Dios lo ha constituido Señor y Mesías
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 2, l4a. 36-41
El día de Pentecostés Pedro, poniéndose de pie junto a los Once, levantó su voz y declaró:
«Con toda seguridad conozca toda la casa de Israel que al mismo Jesús, a quien vosotros crucificasteis, Dios lo ha constituido Señor y Mesías».
Al oír esto, se les traspasó el corazón, y preguntaron a Pedro y a los demás apóstoles:
«¿Qué tenemos que hacer, hermanos?»
Pedro les contestó:
«Convertíos y sea bautizado cada uno de vosotros en el nombre de Jesús, el Mesías, para perdón de vuestros pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque la promesa vale para vosotros y para vuestros hijos, y para los que están lejos, para cuantos llamaré a sí el Señor Dios nuestro».
Con estas y otras muchas razones dio testimonio y los exhortaba diciendo:
«Salvaos de esta generación perversa».
Los que aceptaron sus palabras se bautizaron, y aquel día fueron agregadas unas tres mil personas.
Palabra de Dios.
Sal 22, 1-3a. 3b-4. 5.
R. El Señor es mi pastor, nada me falta.
El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar,
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas. R.
Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada tenlo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. R.
Preparas una mesa ante mi,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa. R.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término. R.
SEGUNDA LECTURA
Os habéis convertido al pastor de vuestras vidas
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 2, 20-25
Queridos hermanos:
Que aguantéis cuando sufrís por hacer el bien, eso es una gracia de parte de Dios.
Pues para esto habéis sido llamados, porque también Cristo padeció por vosotros, dejándoos un ejemplo para que sigáis sus huellas.
Él no cometió pecado ni encontraron engaño en su boca.
Él no devolvía el insulto cuando lo insultaban; sufriendo no profería amenazas; sino que se entregaba al que juzga rectamente.
Él llevo nuestros pecados en su cuerpo hasta el leño, para que, muerto a los pecados, vivamos para la justicia.
Con sus heridas fuisteis curados.
Pues andabais errantes como ovejas, pero ahora os habéis convertido al pastor y guardián de vuestras almas.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
Yo soy la puerta de las ovejas
Lectura del santo Evangelio según san Juan l0, 1-10
En aquel tiempo, dijo Jesús:
«En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ese es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A este le abre el guarda, y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz; a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños».
Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús:
«En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mi son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon.
Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos.
El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estrago; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante».
Palabra del Señor.


Domingo de la 4ª semana de Pascua. – 07/05/2017

ESCRITO POR WEBMASTER EL . POSTEADO EN HOY DOMINGO

Comentario Pastoral
TRES DEFINICIONES DE CRISTO
El diccionario dice que definir es “fijar con claridad, exactitud y precisión la significación de una palabra o la naturaleza de una cosa”. Hoy, en el evangelio de este cuarto domingo de Pascua, encontramos tres definiciones que hace Cristo de si mismo: es puerta, pastor y aprisco.

La experiencia cotidiana de cada persona está cargada de entradas y salidas de muchos edificios. Tenemos un manojo de llaves para abrir las puertas de nuestros usos y dominios. Pero la puerta no es sólo un vano en la pared o un armazón que protege.

En la Biblia se habla muchas veces de la puerta de la ciudad, que, fortificada, garantiza la seguridad de los ciudadanos. Franquear las puertas del templo significa acercarse a Dios; salvarse es penetrar por la puerta del cielo, que se abre a quien llama desde la fe. Jesús es la puerta de acceso al Padre, la puerta que introduce en los pastores donde se ofrecen libremente los bienes divinos. Los discípulos de Jesús deben ser siempre “puerta” abierta para los demás, y no pared de rebote o muro de choque. Y para que el cristiano aparezca ante el mundo como una “puerta” de entrada; como oferta de salvación, cada creyente tiene la responsabilidad de vaciarse de sí mismo para no ser un obstáculo.

Jesús es el único y buen pastor de la comunidad cristiana. Superando una idea bucólica o despectiva, hay que entender al pastor como el hombre de coraje, de audacia y de prudencia, que camina delante y conoce las ovejas. En lenguaje actualizado, el pastor es el líder y el guía. Desde las catacumbas, los cristianos siempre han reconocido a Jesús como el buen Pastor que da la vida por sus ovejas y muere como “cordero de Dios” para hacerse alimento de su rebaño. Por eso su ejemplo es camino para sus seguidores.

Jesús es también el aprisco del rebaño. En él se encuentra la defensa, el abrigo y el descanso. Él es el Reino de Dios, al que no se entra con astucia, corno los ladrones, ni con violencia, como los salteadores, sino en la fidelidad, en el servicio total, en la paz que es plenitud de bien.

En este domingo la Iglesia celebra la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones- al sacerdocio y ministerios, a la vida misionera, a la profesión de los consejos evangélicos en la N ¡da religiosa o en institutos seculares. Es tarea permanente, pero más que nunca de este día, orar por las vocaciones consagradas: las que hay y las que tendría que haber. Para que sean puerta que abren el acceso a Dios y buenos pastores, como Jesús, para su pueblo.
Andrés Pardo


Palabra de Dios:

Hechos de los apóstoles 2, l4a. 36-41Sal 22, 1-3a. 3b-4. 5.
san Pedro 2, 20-25san Juan l0, 1-10
de la Palabra a la Vida
A pesar de no ser un lenguaje “actual” ni tampoco un ejemplo habitual de nuestra vida cotidiana, todos los que escuchamos a Jesús hablar acerca de que Él es un buen pastor y que nosotros somos sus ovejas, no nos sentimos heridos, sino al contrario, acogidos, cuidados, en paz con ese ejemplo.

Que Jesús se denomine a sí mismo “buen pastor” va precedido por el evangelio que se proclama hoy en el que explica, ampliamente, que Él es la puerta de las ovejas. Bien, tampoco es un ejemplo al que nos encontremos acostumbrados. Sin embargo, también podemos entenderlo: Quien entra por Jesús encontrará la salvación, porque otros han venido buscando su propia gloria, pero Cristo ha venido para hacer la voluntad del Padre. Por eso, Cristo es la puerta por el que tiene que entrar quien quiera recibir su salvación.

Así, san Pedro advierte en el día de Pentecostés sobre la importancia de esta única puerta verdadera, que pide la conversión y el bautismo. Ahora sí: la fe en Jesús tiene un signo que nos lo acerca, que nos lo hace accesible, que es el bautismo. Este, que es la puerta de los sacramentos, concede el don de la vida eterna de Cristo. El tiempo pascual es el tiempo bautismal por excelencia: las aguas consagradas en la noche de Pascua permanecen abiertas durante la Cincuentena para que los hijos de Dios entren por ellas al redil del buen pastor. Es por esto que nosotros no podemos dejar de hacer memoria del bautismo en este tiempo: si la imagen del buen pastor ha sido tomada desde muy antiguo como una de las que se emplean para hablar de la vida eterna, una vida de descanso, de auténtica armonía, en Cristo somos bautizados para entrar en la vida eterna.

Bien, pero, ¿y hasta que podamos verdaderamente “descansar”? ¿qué supone ese bautismo en nuestro día a día? En la segunda lectura, san Pedro nos advertía de forma clara, pues el padecimiento, como oveja, como “cordero llevado al matadero” del buen pastor, ha curado nuestras heridas. Nos toca morir a nuestros pecados y vivir en la justicia, pues así es como Cristo ha obrado muriendo por nuestros pecados. He aquí la vida nueva puesta en obra: si en la celebración de la Iglesia recibimos la vida nueva, la gracia, es a continuación, en la vida cotidiana, donde esta gracia invisible se hace visible por nuestra renuncia al pecado. El Señor ha abierto para nosotros las puertas a una vida como la suya, y lo ha hecho abriendo las puertas de la gracia: la bondad y la misericordia del Señor nos llaman a una exigencia de vida nueva, no como antes.

Así podemos ver cómo la conversión cuaresmal prepara para una conversión que dura toda la vida, que es la propia del bautizado que, por la acción interna de la gracia, va transformando toda su existencia, sus criterios, sus decisiones, se va viendo llamado por el Señor a pasar por Él, que es la puerta, y a confiar en su camino. Porque sí, el camino del que sigue a Cristo, buen pastor, es un camino que requiere un abajamiento constante. ¿Acepto la propuesta de seguimiento del Señor?.

Al igual que el domingo pasado, con los de Emaús, Cristo se muestra en la Pascua como el que no deja de acompañar al hombre, como el que sabe por dónde debe llevarlo y hacerlo avanzar. Quizás es buen momento para que su acompañamiento asuma un protagonismo en mi vida que va más allá de edades y proyectos.
Diego Figueroa

al ritmo de las celebraciones 

De la oración litúrgica a la oración personal:
El prefacio de la Virgen María del Cenáculo
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque nos has dado en la Iglesia primitiva
un ejemplo de oración y de unidad admirables:
la Madre de Jesús, orando con los apóstoles.
La que esperó en oración la venida de Cristo
invoca al Defensor prometido con ruegos ardientes;
y quien en la encarnación de la Palabra
fue cubierta con la sombra del Espíritu,
de nuevo es colmada de gracia por el Don divino
en el nacimiento de tu nuevo pueblo.
Por eso la Santísima Virgen María,
vigilante en la oración y fervorosa en la caridad,
es figura de la Iglesia
que, enriquecida con los dones del Espíritu,
aguarda expectante la segunda venida de Cristo.
Por él, los ángeles y los arcángeles te adoran eternamente,
gozosos en tu presencia.
Permítenos unirnos a sus voces cantando tu alabanza:
Santo, Santo, Santo…