domingo, 7 de mayo de 2017


07/05/2017 – Domingo de la 4ª semana de Pascua.

ESCRITO POR EL . POSTEADO EN LECTURAS DE MISA

PRIMERA LECTURA
Dios lo ha constituido Señor y Mesías
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 2, l4a. 36-41
El día de Pentecostés Pedro, poniéndose de pie junto a los Once, levantó su voz y declaró:
«Con toda seguridad conozca toda la casa de Israel que al mismo Jesús, a quien vosotros crucificasteis, Dios lo ha constituido Señor y Mesías».
Al oír esto, se les traspasó el corazón, y preguntaron a Pedro y a los demás apóstoles:
«¿Qué tenemos que hacer, hermanos?»
Pedro les contestó:
«Convertíos y sea bautizado cada uno de vosotros en el nombre de Jesús, el Mesías, para perdón de vuestros pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque la promesa vale para vosotros y para vuestros hijos, y para los que están lejos, para cuantos llamaré a sí el Señor Dios nuestro».
Con estas y otras muchas razones dio testimonio y los exhortaba diciendo:
«Salvaos de esta generación perversa».
Los que aceptaron sus palabras se bautizaron, y aquel día fueron agregadas unas tres mil personas.
Palabra de Dios.
Sal 22, 1-3a. 3b-4. 5.
R. El Señor es mi pastor, nada me falta.
El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar,
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas. R.
Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada tenlo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. R.
Preparas una mesa ante mi,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa. R.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término. R.
SEGUNDA LECTURA
Os habéis convertido al pastor de vuestras vidas
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 2, 20-25
Queridos hermanos:
Que aguantéis cuando sufrís por hacer el bien, eso es una gracia de parte de Dios.
Pues para esto habéis sido llamados, porque también Cristo padeció por vosotros, dejándoos un ejemplo para que sigáis sus huellas.
Él no cometió pecado ni encontraron engaño en su boca.
Él no devolvía el insulto cuando lo insultaban; sufriendo no profería amenazas; sino que se entregaba al que juzga rectamente.
Él llevo nuestros pecados en su cuerpo hasta el leño, para que, muerto a los pecados, vivamos para la justicia.
Con sus heridas fuisteis curados.
Pues andabais errantes como ovejas, pero ahora os habéis convertido al pastor y guardián de vuestras almas.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
Yo soy la puerta de las ovejas
Lectura del santo Evangelio según san Juan l0, 1-10
En aquel tiempo, dijo Jesús:
«En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ese es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A este le abre el guarda, y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz; a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños».
Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús:
«En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mi son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon.
Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos.
El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estrago; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante».
Palabra del Señor.


Domingo de la 4ª semana de Pascua. – 07/05/2017

ESCRITO POR WEBMASTER EL . POSTEADO EN HOY DOMINGO

Comentario Pastoral
TRES DEFINICIONES DE CRISTO
El diccionario dice que definir es “fijar con claridad, exactitud y precisión la significación de una palabra o la naturaleza de una cosa”. Hoy, en el evangelio de este cuarto domingo de Pascua, encontramos tres definiciones que hace Cristo de si mismo: es puerta, pastor y aprisco.

La experiencia cotidiana de cada persona está cargada de entradas y salidas de muchos edificios. Tenemos un manojo de llaves para abrir las puertas de nuestros usos y dominios. Pero la puerta no es sólo un vano en la pared o un armazón que protege.

En la Biblia se habla muchas veces de la puerta de la ciudad, que, fortificada, garantiza la seguridad de los ciudadanos. Franquear las puertas del templo significa acercarse a Dios; salvarse es penetrar por la puerta del cielo, que se abre a quien llama desde la fe. Jesús es la puerta de acceso al Padre, la puerta que introduce en los pastores donde se ofrecen libremente los bienes divinos. Los discípulos de Jesús deben ser siempre “puerta” abierta para los demás, y no pared de rebote o muro de choque. Y para que el cristiano aparezca ante el mundo como una “puerta” de entrada; como oferta de salvación, cada creyente tiene la responsabilidad de vaciarse de sí mismo para no ser un obstáculo.

Jesús es el único y buen pastor de la comunidad cristiana. Superando una idea bucólica o despectiva, hay que entender al pastor como el hombre de coraje, de audacia y de prudencia, que camina delante y conoce las ovejas. En lenguaje actualizado, el pastor es el líder y el guía. Desde las catacumbas, los cristianos siempre han reconocido a Jesús como el buen Pastor que da la vida por sus ovejas y muere como “cordero de Dios” para hacerse alimento de su rebaño. Por eso su ejemplo es camino para sus seguidores.

Jesús es también el aprisco del rebaño. En él se encuentra la defensa, el abrigo y el descanso. Él es el Reino de Dios, al que no se entra con astucia, corno los ladrones, ni con violencia, como los salteadores, sino en la fidelidad, en el servicio total, en la paz que es plenitud de bien.

En este domingo la Iglesia celebra la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones- al sacerdocio y ministerios, a la vida misionera, a la profesión de los consejos evangélicos en la N ¡da religiosa o en institutos seculares. Es tarea permanente, pero más que nunca de este día, orar por las vocaciones consagradas: las que hay y las que tendría que haber. Para que sean puerta que abren el acceso a Dios y buenos pastores, como Jesús, para su pueblo.
Andrés Pardo


Palabra de Dios:

Hechos de los apóstoles 2, l4a. 36-41Sal 22, 1-3a. 3b-4. 5.
san Pedro 2, 20-25san Juan l0, 1-10
de la Palabra a la Vida
A pesar de no ser un lenguaje “actual” ni tampoco un ejemplo habitual de nuestra vida cotidiana, todos los que escuchamos a Jesús hablar acerca de que Él es un buen pastor y que nosotros somos sus ovejas, no nos sentimos heridos, sino al contrario, acogidos, cuidados, en paz con ese ejemplo.

Que Jesús se denomine a sí mismo “buen pastor” va precedido por el evangelio que se proclama hoy en el que explica, ampliamente, que Él es la puerta de las ovejas. Bien, tampoco es un ejemplo al que nos encontremos acostumbrados. Sin embargo, también podemos entenderlo: Quien entra por Jesús encontrará la salvación, porque otros han venido buscando su propia gloria, pero Cristo ha venido para hacer la voluntad del Padre. Por eso, Cristo es la puerta por el que tiene que entrar quien quiera recibir su salvación.

Así, san Pedro advierte en el día de Pentecostés sobre la importancia de esta única puerta verdadera, que pide la conversión y el bautismo. Ahora sí: la fe en Jesús tiene un signo que nos lo acerca, que nos lo hace accesible, que es el bautismo. Este, que es la puerta de los sacramentos, concede el don de la vida eterna de Cristo. El tiempo pascual es el tiempo bautismal por excelencia: las aguas consagradas en la noche de Pascua permanecen abiertas durante la Cincuentena para que los hijos de Dios entren por ellas al redil del buen pastor. Es por esto que nosotros no podemos dejar de hacer memoria del bautismo en este tiempo: si la imagen del buen pastor ha sido tomada desde muy antiguo como una de las que se emplean para hablar de la vida eterna, una vida de descanso, de auténtica armonía, en Cristo somos bautizados para entrar en la vida eterna.

Bien, pero, ¿y hasta que podamos verdaderamente “descansar”? ¿qué supone ese bautismo en nuestro día a día? En la segunda lectura, san Pedro nos advertía de forma clara, pues el padecimiento, como oveja, como “cordero llevado al matadero” del buen pastor, ha curado nuestras heridas. Nos toca morir a nuestros pecados y vivir en la justicia, pues así es como Cristo ha obrado muriendo por nuestros pecados. He aquí la vida nueva puesta en obra: si en la celebración de la Iglesia recibimos la vida nueva, la gracia, es a continuación, en la vida cotidiana, donde esta gracia invisible se hace visible por nuestra renuncia al pecado. El Señor ha abierto para nosotros las puertas a una vida como la suya, y lo ha hecho abriendo las puertas de la gracia: la bondad y la misericordia del Señor nos llaman a una exigencia de vida nueva, no como antes.

Así podemos ver cómo la conversión cuaresmal prepara para una conversión que dura toda la vida, que es la propia del bautizado que, por la acción interna de la gracia, va transformando toda su existencia, sus criterios, sus decisiones, se va viendo llamado por el Señor a pasar por Él, que es la puerta, y a confiar en su camino. Porque sí, el camino del que sigue a Cristo, buen pastor, es un camino que requiere un abajamiento constante. ¿Acepto la propuesta de seguimiento del Señor?.

Al igual que el domingo pasado, con los de Emaús, Cristo se muestra en la Pascua como el que no deja de acompañar al hombre, como el que sabe por dónde debe llevarlo y hacerlo avanzar. Quizás es buen momento para que su acompañamiento asuma un protagonismo en mi vida que va más allá de edades y proyectos.
Diego Figueroa

al ritmo de las celebraciones 

De la oración litúrgica a la oración personal:
El prefacio de la Virgen María del Cenáculo
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque nos has dado en la Iglesia primitiva
un ejemplo de oración y de unidad admirables:
la Madre de Jesús, orando con los apóstoles.
La que esperó en oración la venida de Cristo
invoca al Defensor prometido con ruegos ardientes;
y quien en la encarnación de la Palabra
fue cubierta con la sombra del Espíritu,
de nuevo es colmada de gracia por el Don divino
en el nacimiento de tu nuevo pueblo.
Por eso la Santísima Virgen María,
vigilante en la oración y fervorosa en la caridad,
es figura de la Iglesia
que, enriquecida con los dones del Espíritu,
aguarda expectante la segunda venida de Cristo.
Por él, los ángeles y los arcángeles te adoran eternamente,
gozosos en tu presencia.
Permítenos unirnos a sus voces cantando tu alabanza:
Santo, Santo, Santo…

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